martes, 21 de septiembre de 2010

EL ELOGIO DEL IMBÉCIL El Imparable ascenso de la estupidez de Pino Aprile


"Esta obra surgió entre una distendida y amigable conversación entre el autor y el Premio Nobel Konrad Lorenz, y responde a esa pregunta que todos -avispados periodistas y genios indiscutibles; altos ejecutivos y míseros curritos- nos hemos hecho tantas veces: ¿por qué nadie está libre de ser un perfecto imbécil?"

Así comienza, de modo claro y contundente, la primera explicación del motivo de éste singular libro. Y su desarrollo un poco en broma un poco en serio, mezcla el humor con la realidad más asombrosa, más estranguladora, más cruel que se transmite en los comportamientos de una sociedad que, a fuerza de contraponer ideas tan dispares como la inteligencia y la imbecilidad, nos deja perplejos por el derrotismo de una y el poder infinito y devorador de la otra.

Sostener que la imbecilidad es un arma que la sociedad de hoy en día utiliza para la defensa y triunfo de las ideas que conservan a la propia especie, es sostener que la estupidez es consecuencia del progreso y como tal el camino al que el ser humano ha llegado a través del proceso evolutivo en una sociedad que ha eliminado la inteligencia lenta pero inexorablemente y que, como sostiene Aprile, si bien ha servido al hombre en los inicios de la historia para sobrevivir y progresar, ahora se ha vuelto un arma letal en una sociedad jerarquizada y burocratizada hasta el punto en que todo lo que salga, por leve que sea, de esa alineación, de esa balsa homogénea de ideas que pretenden igualar a todos, se convierte en un subversivo, en un peligro para la comunidad, en definitiva, en un ser inteligente que está fuera de los cánones establecidos para la convivencia plácida que nos otorga la igualdad del hombre-masa, del estúpido plácido, amodorrado y anestesiado que permanece impasible ante las cosas importantes, transcendentales y que desarrollan hacia el futuro y hacia el progreso de la vida.

En todos los cargos de poder, la imbecilidad domina, manda, y como dice Aprile el poder no necesita talento. El poder radical intenta igualar a la baja la media de la inteligencia de un país, de ahí los exilios de las mentes más brillantes, de las desapariciones, de las muertes, de la hoguera … Son para ese tipo de poderes, las mentes lúcidas las que suponen un peligro y los tachan de subversivos, de elementos rebeldes, de problemáticos. Eso de cara a la galería. Saben perfectamente que serían los únicos capaces de derrocarles por méritos propios. Y este poder déspota no sólo se da a nivel gobierno de naciones, se da a nivel empresa, trabajo, compañeros incluso, todo aquel que se ve amenazado en su imbecilidad por alguien que se ha desmarcado de la estupidez cotidiana que generalmente, todo lo inunda.

Son las personas inteligentes, o con una inteligencia notoria, las que crean en los demás los celos y los recelos, (aunque estos mediocres se aprovechan de las ventajas descubiertas por los más inteligentes y las disfrutan) así que cuanto menos usan su inteligencia más idiotas se vuelven, con lo cual, la idiotez es tropel.

Pero el estúpido se encuentra en todas las jerarquías, y son éstas precisamente las que más colaboran para que la estupidez se incremente. Un sistema burocrático no puede funcionar si no tiene como base bien fundamentada la estupidez. Hay que seguir siempre las mismas reglas, sin plantearse absolutamente nada fuera de ellas, sino el sistema se derrumbaría. Es la propia estupidez la que da consistencia formal a la sociedad.

Desde la escuela se intenta de forma machacadora, destruir todo lo que sobresalga fuera de un programa establecido como común para todos los estudiantes. La genialidad se va difuminando, por cerrársele todas la vías, desde edades muy tempranas y así llegamos a la mediocridad general desde la más tierna infancia. No se protegen ni se estimulan las dotes innatas de los individuos sino que por el contrario se las menosprecia y se intenta por todos los medios eliminarlas. Se pretende hacer una sociedad homogénea, una igualdad adormecida en la imbecilidad, un sofoco de ideas nuevas consideradas un peligro para un equilibrio social. Quizá sea esa la fórmula adecuada y sea la receta para conducir un rebaño. Pero un rebaño es fácil de manipular cuando está falto de ideas nuevas. Todo es previsible y el poder, en cualquier ámbito de la vida, maneja con facilidad ese modo de agrupamiento. Si uno entre cien se desplaza un poco de ese movimiento estupidizado será sofocado instantáneamente para que no revolucione al resto de los alineados. Las jerarquías y las burrocracias no se pueden violentar, se desmoronarían. Sería la catástrofe de una sociedad establecida. Al menos que desde el poder de una nación se abran las puertas a ciertos cambios, aunque sean considerados amenazadores, como no podría ser de otra forma, por las clases bienpensantes y los partidos clásicamente parapetados en la soberanía de la estupidez colectiva.

La estupidez es un sistema de autocracia impuesta por aquellos que pretenden la fácil manipulación de una sociedad cegada por una igualdad cada vez más reducida de miras.

Pino Aprile, va fundamentando su exposición en cinco leyes principales que son el resumen preciso de una elaboración fundamentada de su particular visión de la estupidez en una sociedad que va alcanzando cada día sus cotas máximas. Entre el humor, la ironía, la observación de los comportamientos de la sociedad actual y pasada, recorre su primigenia idea de la estupidez como modo actual de supervivencia: “Los inteligentes han construido el mundo. Pero quienes lo disfrutan y triunfan el él son los imbéciles”. Cabría preguntarse aquí cuál fue la gran semilla del error en esa terrible construcción que dio paso a este resultado tan amorfo y aniquilador de lo más preciado del ser humano para que en esta sociedad actual se convirtiera en un elemento peligroso: la inteligencia. Sea como fuere, los especialistas en el arte de la rapiña de ideas son legión y, aunque imbéciles pues solo saben copiar de los que sobresalen, es tanta su extrema especialización que se comen, para disfrutar ellos acto seguido de los resultados obtenidos, a los padres de todos los inventos o ideas favorables.

Estas leyes son de una retórica humorística, pero no por ello menos ciertas:

Primera ley sobre el fin de la inteligencia: “El imbécil sobrevive. El genio se extingue”.

Corolario de la Primera ley: “Antes tontos que muertos”.

Segunda Ley: “El hombre moderno vive para volverse tonto”.

Tercera Ley: “La inteligencia actúa en beneficio de la estupidez y contribuye a su expansión”.

Yo lo traduciría como el arte del dormir plácida y perezosamente sobre lo que otros han pensado, han descubierto y han conseguido utilizando la inteligencia. Todos a calentarse al fuego que otro ha descubierto utilizando el cerebro. Ya no es necesario seguir poniendo en marcha las neuronas. A parasitar promoviendo la estupidez.

Cuarta Ley: “La imbecilidad sólo puede aumentar”.

Quinta Ley: “La unión no hace la fuerza sino la imbecilidad”. Excepción que confirma esta ley es la cooperación entre personas dotadas de grandes capacidades. Funcionan como un reproductor de la inteligencia, en lugar de un reductor. De este tipo de grupos hay pocos, como indica Aprile. Lo habitual es el agrupamiento y dentro de él siempre tendente a igualar a la baja.




La inteligencia esta destinada a acabarse porque es una facultad provisional, completamente instrumental en la aventura de la especie y no siempre necesaria y por tanto obsoleta, argumentó el escritor. Aprile dijo que vivimos en un momento de ascenso de la estupidez, ser imbécil triunfa, es lo que conviene, vence porque es cómoda, la inteligencia crea problemas, preguntas, cuestiones.

El ascenso de la estupidez nos lleva a la comodidad y a la ferocidad, porque una característica de la estupidez es la violencia. “El estúpido cuando no tiene argumentos grita, a veces levanta las manos y si tiene poder destruye a todos los que hacen preguntas, el poder tiene miedo a la inteligencia”, añadió.

Ya ven cómo se va poniendo el patio. Sea usted tonto, llegará lejos.

y por ahí, no sé ni dónde, le hicieron una entrevista, que copio :

EL IMBÉCIL ES UN ADELANTADO

Lo dice en serio?

-Sí, la inteligencia humana se extingue. Nuestros simiescos antecesores se sirvieron de ella para evolucionar y convertirnos en lo que somos…

-Los predadores más feroces del planeta.

-… pero ahora nuestra supervivencia está asegurada y no necesitamos la inteligencia. La estupidez es un excelente mecanismo para perpetuarnos. De hecho los tontos son prolíficos y los genios tienden a la esterilidad.

-Siempre nos quedará la cultura.

-La selección no es sólo natural sino también cultural, y desde hace miles de años el “Homo sapiens sapiens” elabora comportamientos y sistemas sociales que provocan el exterminio de los mejores. Darwin ya se preguntó por qué los antiguos griegos sufrieron una decadencia imparable.

-¿Demasiadas guerras?

-Sí, fueron víctimas de las reducciones de talentos que se han producido en la evolución de nuestra especie, sobre todo a través de la agresividad intraespecífica. ¿Quiénes murieron bajo los muros de Troya?

-Según Homero, los más listos y guapos.

-En la patria se quedaron los más tontos, cobardes e inútiles, pero les tocó garantizar la continuidad de la raza. Ninguno de los héroes que sobrevivió, al regresar al hogar, quiso quedarse en aquel pueblo de infames que había surgido, y todos escogieron el exilio.

-En nuestros días los listos desertan.

-Nuestro motor evolutivo ha inventado otras astucias para ir contra la inteligencia y sus manifestaciones: formas de organización social como la monarquía, la democracia…

-¿Qué tiene en contra de la democracia?

-Es como una partida trucada: antes de ir a votarlos ya han vencido porque son mayoría. Pero todos los otros sistemas son peores y no se andan con miramientos: Freud tuvo que exilarse, Solzenitsin fue condenado a un “gulag”; Sócrates, a muerte. ¿Eso es malo?

-¡Hombreee!

-La evolución no tiene criterios éticos, morales o estéticos, sino funcionales, y la estupidez funciona. España, tras dominar medio mundo, cayó en una terrible decadencia. A lo largo de tres siglos la Santa Inquisición eliminó, al ritmo de mil hombres al año, a casi todos los mejores, aquellos que dudaban y planteaban problemas, y sin la duda no hay progreso. A partir de ahí, sume y siga.

-Mejor tonto y vivo, que listo y muerto.

-El neardental poseía más cantidad de materia gris que cualquiera de sus semejantes antes y después de él, pero el que sobrevivió fue de nuevo el tonto: el cromañón.

-¿El neardental era demasiado listo?

-Sí, la cabeza del bebé neardental era un 15% mayor que la actual y la mayoría moría en el parto. La inteligencia quedó literalmente estrangulada desde su nacimiento.

-¡Vivan los estúpidos!

-Ésa es la tendencia y, por tanto, hay que revisar el juicio : más que un retrasado es un adelantado; no entiende nada, pero ya está preparado para el futuro. Vivir es volverse.

-¿Adónde quiere llegar?

-Más vida comporta un precio: menos cerebro. Uno de cada dos ancianos sufre Alzheimer.

-Combatirlo es el reto.

-La imbecilidad es una fuerza de la naturaleza, no es algo personal. El mundo está hecho a medida del más. El inteligente es una herramienta que sirve para resolver problemas y así ayudarlos a multiplicarse. Las máquinas más complejas y peligrosas, las organizaciones planetarias, están en manos de individuos universalmente reconocidos como cretinos.

-¿En quién está pensando?

-En dos líderes mundiales: Gerald Ford, presidente de EE.UU., y Leonid Breznev. Del primero se decía que era incapaz de bajar la escalerilla del avión y mascar chicle a la vez. El otro era un alcohólico. Bastaba que apretara un botón para destruir el planeta.

-¿El poder es enemigo de la inteligencia?

-Sí, la inteligencia esta habituada a discutir y el poder no quiere discutir, quiere mandar. El imbécil siempre ve la discusión como una agresión. Todos los sistemas jerárquicos funcionan de acuerdo a una regla básica: hay que respetar las reglas y las costumbres.

-La duda ofende.

-Y es ineficaz, en un sistema jerárquico lo que cuenta es que alguien consiga hacer algo, no que se descubra el mejor modo de hacerlo. La inteligencia es como arena que se introduce en los engranajes: puede obstruir los mecanismos. El genio es subversivo.

-En lugar de aplicar la norma la discute…

-… bloqueando así el camino regular de todo sistema burocrático. Por eso la imbecilidad es la verdadera savia vital de la sociedad. Si la norma fuera la genialidad, la jerarquía se extinguiría por falta de suministro. Las estructuras sociales más estúpidas prosperan y las más inteligentes mueren. La imbecilidad sólo puede aumentar.

-Dígame una cosa: ¿por qué los mandamases siempre están tan ocupados?

-Por la suma de dos principios. El de Peter : en una jerarquía cada persona tiende a ascender hasta que se revela incapaz; y la ley de Parkinson : a partir de ese momento y en adelante empieza a multiplicar sus obligaciones para así ocultar su incompetencia.

-¿Del “Homo sapiens” al “Homo masa”?

-Disuadidos de pensar, educados en deseos que nos han sido impuestos y que son idénticos a los del vecino, somos el producto de un largo proceso evolutivo dirigido a reprimir la obsoleta y molesta inteligencia.

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